Este síndrome lo sufrían los soldados que iban a la guerra debido a las condiciones que vivían día a día.
Estaban aterrorizados, se pasaban todo el día escondidos en las trincheras sin saber cuando podían ser atacados por el enemigo.
Diariamente veían morir a muchos de sus compañeros, amigos y familiares.Esto provocó síntomas como la pérdida del habla, moverse entre espasmos o una inquietante mirada.
Rocío Bertolin y Raquel Sanz
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